“A veces el tiempo y la vida pueden ser muy crueles”,
repetía una y otra vez la joven. Estaba muy oscuro, no se podía divisar nada
claro, lo único que ella sabía, era que estaba lejos de él, y que tal vez, nunca más lo volvería a
ver.
Luego miraba las estrellas, pensando que le podrían
dar alegría para volver a sonreír, cansada de tanto mirar el cielo oscuro,
volvió a su cuarto, y con los ojos llorosos, intentó dormir. Se venía una larga
semana.
Aquella joven de tan solo 16 años, sufría mucho,
era un poco tímida, alta, pelo oscuro y una piel muy blanca, sus labios eran
rojos, mientras que sus ojos eran algo extraños.
Su nombre era Mikaela Granth, le decían Miki y lo
que más anhelaba era tener aquel joven de nuevo a su lado. Recordó todos esos
momentos buenos junto a Alex, desde los 12 años cuando recién se conocieron,
aquellas cosas que hacían como amigos, juegos inocentes de los que disfrutaron
mucho, que ahora quedarán en la memoria de cada uno de ellos; y aquel hermoso recuerdo
en la playa, cuando descubrieron que se amaban, estoy segurísima que eso nunca
lo olvidarán, o cuando estudiaban juntos para las pruebas del colegio.
No imaginaron en ningún momento que a la madre de
Alex la trasladarían de ciudad en su trabajo, deberían dirigirse a Engrach, tan
lejos quedaría de Miki y en un inesperado momento, que el dolor no los
soportaban.
Mañana sería el último día que Miki y Alex estarían
juntos. En el colegio donde se conocieron, tendrían que despedirse, confiando
que el destino los volvería a juntar de nuevo. Prometieron amarse y estar
juntos hasta la muerte;
-Te lo advertí - Le dijo Alex a Miki con mucha
ternura – ¿Lo recuerdas? fue esa tarde en la playa, cuando te dije No Te
Enamores, creo que no pudiste hacerme caso.
- Créeme que lo intente – Decía Miki abrazando muy
fuerte a Alex.
- Debes estar tranquila, te llamaré en cuanto
llegué a Engrach, te prometo que nos volveremos a ver…
- Alex, ¡Te extrañaré!
Fue una despedida muy rápida y dolorosa, los ojos
de ambos brillaban, por lo menos Alex tenía esperanzas. Miki lloraba.
El joven se fue caminando lentamente, fue a buscar
a su madre y le dijo lo mucho que la quería. La madre tenía una grave
enfermedad, era un secreto, ya que tenía miedo a perder su trabajo, esa era la
única razón por la cual Alex se iba con ella sabía que tenía que cuidarla
mucho. Cuando llegaron a Engrach, Alex tenía un poco de miedo, no quería
enfrentarse a nuevos compañeros, otro colegio, una vida completamente distinta
mientras que en Divia, Miki se encontraba con una gran depresión, no tenía
amigos, y como Alex se fue, quedó sola, no tenía hermanas, su madre y su padre
no eran un gran apoyo para ella, sus notas comenzaron a bajar, cada día se le
quitaban las ganas de vivir. A pesar de que Alex la llamaba a menudo, y le
decía que estuviera bien, Miki seguía mal, porque no todas las personas logran
darse ánimo estando sola.
Los meses pasaban lentamente, pero como Miki tenía
un corazón muy débil, una tarde se encerró en el baño del colegio, tomó un
cuchillo (el cual había sacado del comedor) y rápidamente comenzó a cortarse;
las muñecas, los brazos, su estómago, ella quería terminar con su vida, decía
que sus padres no la apoyaban, y en realidad ni sus demás familiares se
preocupaban por ella, como tenía 16 años, pensaban que ya no necesitaba ayuda,
pero estaban muy equivocados. En ese momento entró una chica, se llamaba Yui,
al ver a Miki así, le gritó, y la detuvo:
- Oh, pero ¡Que haces! – Le dijo muy asustada
- Que haces tu acá, se supone que todos los alumnos,
ya se fueron a esta hora.
- Eso no importa, ven conmigo, yo te ayudaré.
Mikaela comenzó a llorar desesperadamente, también
arrepentida de lo que había hecho, le daba las gracias una y otra vez a Yui por
haber llegado a tiempo. Aquella tarde fue muy extraña, dolorosa, pero lo más
importante fue que Yui comenzó a acercarse a Miki, así la podrá aconsejar y
ayudar.
Así comenzaron a hablar Miki y Yui, se dieron
cuenta que tenían muchas cosas en común. Yui era una joven muy risueña, con
buenos sentimientos, alta, pelirroja, sus ojos eran color miel, escuchaba la
misma música que Mikaela.
Pasó un año desde que Alex se fue, ahora Miki era
una joven feliz, agradecida por todo, había cambiado mucho y todo gracias a
Yui, y también a Matt que era el mejor amigo de Yui. Mikaela, animada porque
comenzaba el verano, decidió viajar a Engrach, a pesar de que hace 1 mes que no
sabía nada de Alex, se despidió rápidamente de Yui y Matt, y fue donde la
persona que mas deseaba ver. Fue un largo viaje, cuando llegó no se ubicaba
mucho en aquella ciudad, pero igual llegó a la casa de Alex. El joven muy
extrañado le abrió la puerta, ya que ni si quiera le había avisado, al verse,
se abrazaron fuertemente y se sintieron felices, estaban juntos de nuevo.
Lamentablemente la madre de Alex había muerto por
la enfermedad hace unas semanas, estuvieron 6 días en Engrach y regresaron
juntos a Divia, alegres, Miki podía darle ánimo a Alex, ahora era otra persona,
incluso era mas madura, su personalidad cambio y las cosas con su familia se estaban
arreglando poco a poco, mientras viajaban tuvieron una hermosa conversación:
- Espero que te guste – El joven fue y le entregó
un libro
- Muchas gracias Alex, pero ¿que es? – Decía Miki
con curiosidad
- Este libro lo escribí yo, todo lo que dice, lo escribía
pensando en ti, recordando todos esos momentos que vivimos juntos, las pequeñas
cosas que nunca olvidaré y que me hacían feliz.
Miki sentía tanta emoción que no dijo nada,
simplemente lo volvió a abrazar. Ambos comenzaron a mirar por la ventana, ya
que están en Divia, se dieron cuenta que iban pasando por la playa, donde
vivieron ese momento inolvidable, decidieron bajarse y caminaron un largo rato
por la costa. Vivieron otra tarde hermosa.
Pasaron tres años en Divia, Yui con Matt decidieron
casarse, pero una gran enfermedad atacaba al país, muchas personas morían,
lamentablemente Miki enfermó, estuvo varios días en la clínica, los mejores
doctores intentaron sanarla, pero había llegado su hora, ella se debía marchar.
Un día miércoles, a las 23:30 horas, Alex y sus amigos deciden ir a visitarla,
para pasar la noche en la clínica, cuando llegan, Miki les da las gracias, por
toda la felicidad que le dieron, y a
Alex por todo el amor que le brindó, todos lloraban, pero Miki podía mostrar
una sonrisa, demostrando que era feliz, sabiendo que el tiempo y la vida pueden
ser muy crueles, Pero el amor y la amistad reparan todo el dolor del corazón. Alex
le dio un fuerte abrazo y un beso en la frente como despedida. Yui y Matt
también la abrazaron. Las lágrimas ya habían caído. Mikaela Granth cerró sus
ojos y su vida terminó. Porque todo terminará, incluso la ciencia tendrá su
fin, pero el Amor verdadero, nunca se acaba. A pesar de todo Alex quedó
conforme, porque ambos cumplieron su promesa. Se amaron y estuvieron juntos,
hasta la muerte.
Con este cuento logré alcanzar el primer lugar en un concurso, que se realizó en Diciembre de 2010, llamado "Mujeres por el arte". Realmente me sentí muy feliz esa vez (:
ResponderEliminar